REVISTA DE POR ACÁ

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sábado, 28 de marzo de 2009

Viaje histórico de la gente pai





Texto y fotos por Michael Wilken

Junio, 2001 - Buscando reencontrar las huellas de sus ancestros, ocho indígenas bajacalifornianos emprendieron un increíble viaje que los llevaría desde sus hogares en las áridas montañas de México hasta una remota aldea en el fondo del Gran Cañón. Su destino: la villa oasis de Supai donde miembros de las tribus havasupai, hualapai, yavapai y paipai se reunieron para el Encuentro de la Gente Pai.

Conforme los viajeros paipai y tipai descendían de la Sierra Juárez al desierto de la Laguna Salada, estos iban señalando los pasajes montañosos y formaciones rocosas que marcan los antiguos senderos sobre los que caminaron sus ancestros para bajar al gran desierto donde el Río Colorado se encuentra con el Golfo de California. La artesana paipai Teresa Castro recordó haber hecho el recorrido junto con su familia cuando era niña para trabajar en la pizca de algodón en el Valle de Mexicali. Erlinda Ramírez, esposa del comisario de Santa Catarina Margarito Castro, agitando su mano saludó a la vieja casa donde ella creció y a los campos algodoneros donde conoció al que sería su futuro esposo. En esos días los paipai solían acampar cerca de la aldea cucapá de El Mayor, fortaleciendo los lazos con esta comunidad donde todavía viven muchos amigos y parientes.

En este solsticio de verano, el día más largo del año, su jornada siguió el curso del Río Colorado, a través de infinitos y resplandecientes desiertos que seguían hirviendo aún mucho después de caer la noche. Conforme la camioneta van seguía avanzando, el artesano paipai Raúl Sandoval recordó que no hace mucho tiempo, sus antepasados debieron haber hecho el mismo recorrido pero a pie. Al reflexionar sobre las dificultades de un viaje tan arduo, las ceramistas paipai Celia y Tirsa Flores coincidieron en afirmar que en el pasado la gente era más fuerte y estaba más acostumbrada a soportar esos retos físicos. ¿Hace cuanto tiempo los antepasados viajaron por primera vez a través de esta tierra hacia la península?, no lo sabemos todavía, pero las similitudes de lenguaje, cultura y aún de características físicas dejan muy pocas dudas de que los paipai comparten antiguos lazos culturales con los grupos pai de Arizona. Quizás este viaje arroje mayor luz sobre este misterio por descubrir.

Finalmente después de la media noche, el grupo llegó a la reservación hualapai de Peach Springs donde descansaron en el elegante y nuevo Hotel Hualapai ubicado sobre la vieja Ruta 66. Temprano al día siguiente, los viajeros continuaron hasta Hualapai Hilltop, siguiendo el camino hasta el borde del Gran Cañón. En este punto en el que la garganta profunda de Cañón Havasu cae desde la alta meseta desértica, los visitantes pueden bajar caminando, a caballo o en helicóptero las diez millas hasta la aldea de Supai. Como una cortesía de los grupos pai de Arizona, los bajacalifornianos experimentaron un emocionante viaje en helicóptero por primera vez en sus vidas.

La anciana paipai Josefina Ochurte fue una de las primeras en volar y sin temor alguno disfrutó de la espectacular vista mientras el aparato maniobraba entre las impresionantes y masivas paredes del cañón hasta la aldea de Supai. "¡Yo no tuve miedo!, ¡no!, ¡para nada!", afirmó al resto del grupo.

El usualmente tranquilo pueblo esta vez bullía de actividad conforme la gente seguía llegando todo el día en helicóptero, caballo o a pie. Viejos amigos de encuentros previos y muchos nuevos amigos saludaron a los indígenas bajacalifornianos, ansiosos por verlos y escucharlos hablar. Otros estaban ocupados en el centro ceremonial (una explanada en el centro de la aldea al pie de una roja pared de roca) donde se instalaron enramadas, un agujero para rostizar agave, una tradicional casa circular, una cocina al aire libre y círculos de fogatas. Antes de servir la abundante comida a los hambrientos invitados, los cantantes y danzantes de todas las cuatro direcciones (incluyendo al tipai Juan Bernardo Madrid de La Huerta) llenaron el aire con los cantos y danzas tradicionales acompañados de sus bules o sonajas. Al anochecer, los danzantes havasupai Guardianes del Cañón bendijeron el lugar con una danza ceremonial que evoca al espíritu del borrego cimarrón.

Las festividades continuaron al día siguiente con más cantos, danzas, comida, juegos tradicionales, una ceremonia para honrar a la mujer pai y mucho intercambio cultural. Los bajacalifornianos acomodaron y dispusieron sus ollas, canastas, arcos y flechas, cordelería de fibra, muñecas y otras artesanías tradicionales. Los participantes disfrutaron de dulce y jugoso agave el cual fue preparado por miembros de la tribu hualapai quienes compararon us técnicas de rostizado. Durante todo el evento, se intercambiaron y compararon las variadas lenguas pai, reafirmando de esta manera la herencia común de esta gente a pesar de las grandes distancias y cientos de años de separación entre ellos. "Desde hacia mucho tiempo que esperábamos esta reunión", afirmó el shamán havasupai Jimmy Uqualla, "nuestros antepasados sabían que llegaría este momento y es una gran bendición que toda la gente pai se haya reunido de nuevo."

El tiempo de partir de Supai llegó demasiado pronto, así que tres vaqueros pai decidieron regresar a caballo hasta Hualapai Hilltop mientras que el resto del grupo regreso en helicóptero. En el largo viaje de regreso a Baja California, el grupo tuvo tiempo para reflexionar sobre los muchos inolvidables momentos que habían experimentado en lo que pareció como un sueño. "Pude entender casi todo lo que hablaba la demás gente" comentó Teresa Castro, "y por eso supe que eran indios como nosotros, pero no se como es que quedamos tan lejos y separados" Ese misterio continua desenvolviéndose, y mientras tanto los antiguos lazos entre los paipai y sus parientes pai del norte se han fortalecido gracias a todos los que ayudaron a organizar y llevar a cabo este importante encuentro.

(Traducido por Moisés Santos Mena)

Obtenido el 28 de marzo de 2009 de: http://pweb.jps.net/~dlaylander/doc.voyage2.htm

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